Una pequeña caricia para sanar MARCOS 1:40-42. Y un leproso vino á él, rogándole; é hincada la rodilla, le dice: Si quieres, puedes (griego = dunasi, tienes el poder) de limpiarme. Y Jesús, teniendo misericordia (griego = splanchnistheis, lleno de compasión) de él, extendió su mano, y le tocó, y le dice: Quiero, sé limpio. Y así que hubo él hablado, la lepra se fué luego de aquél, y fué limpio. En tiempos de Jesús, por lepra se entendía a una gran gama de afecciones de la piel, no solo para la aflicción que hoy día conocemos como lepra. Los judíos contaban a más de setenta diferentes afecciones de la piel que se definían como lepra, como fuegos, furúnculos, o caspas. Como algunas eran contagiosas, se obligaba a los leprosos a que vivieran en lugares aislados. La ley de la Torá dice: “Y el leproso en quien hubiere llaga, sus vestidos serán deshechos y su cabeza descubierta, y embozado pregonará: ¡Inmundo!; habitará solo; fuera de la morada” (Levítico 13:45-46). Así que las pe...