Lucas 18:9-14
EL CONTEXTO
Jesús comienza a mostrar a los discípulos la vida del reino con la historia de la bendición de los niños, repite la lección de humildad de la Parábola del Fariseo y el Publicano. Ambas enfatizan la gran reversa de la que Jesús cuestiona sobre el statu-quo religioso (hay que tener en cuenta que los niños eras los últimos en nivel de importancia en la sociedad. Asi que, si una casa se incendiaba y dentro se encontraba un sacerdote y un niño, debían rescatar primero al sacerdote, pues era mas importante socialmente). Cuando los discípulos intentan prevenir que los niños se acerquen a Jesús, él no solo exige ver a los niños, sino que también declara, “cualquiera que no recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en él.”
En la segunda historia – El príncipe rico (18:18-30) – Jesús le pide al príncipe que entregue todos sus bienes (fuente de su poder, prestigio, y orgullo) a los pobres. Se debe desprender de su ego para seguir a Jesús. No es cantar en el coro de la misa lo que te hace humilde, son tus acciones con los demás.
LUCAS 18:9. A ALGUNOS QUE SE TENIAN POR JUSTOS Y DESPRECIABAN A LOS DEMAS LES DIJO ESTA PARABOLA:
Lucas menciona a los fariseos en particular, pero habla a toda las personas que se cree justa menospreciando a los demás. Sería una lástima si concluyéramos esta parábola, agradeciéndole a Dios que no somos como el fariseo, caeríamos en el mismo hecho del fariseo.
“Dos hombres subieron al templo á orar”. Jerusalén está construida en una montaña, y el templo está en un punto alto de la ciudad, asi que literalmente suben a orar. Las horas tradicionales para la oración pública son las 9:00 de la mañana y las 3:00 de la tarde (Hechos 2:15; 3:1), pero una persona puede orar en privado a cualquier hora del día.
• Podemos pensar que esta es una alabanza pública. Jesús concluye que el publicano “descendió á su casa justificado” expiado. Por la profundidad de su oración, el publicano conoce su pecado, el fariseo solo ve sus actos ritualistas.
“El Fariseo, en pie, oraba consigo de esta manera”. Su propósito al ponerse en pie, solo puede ser, llamar la atención por su estatus superior, se centra en si mismo y agradece a Dios por ser “mejor”. “Dios, te doy gracias, que no soy como los otros hombres. El fariseo se equivoca cuando piensa mal de otros mientras reza a Dios. Utiliza la primera persona cuatro veces en rápida sucesión – “doy…, soy…, ayuno…, doy…” e intenta que los demás lo oigan.
“Ayuno dos veces á la semana, doy diezmos de todo lo que poseo”. El fariseo claramente excede los requisitos del Tora: A los judíos se les requiere ayunar solo en el Día de la Expiación, pero este fariseo ayuna dos veces a la semana. Se les requiere diezmar solo lo que producen sus campos, pero este fariseo diezma hasta la cosecha de su huerta de hierbas.
La oración del fariseo no incluye suplicas de Perdón. Tiene todo lo que necesita. Es mejor que los demás, a quienes caracteriza como ladrones, injustos, adúlteros, y publícanos. ¿Qué más puede pedir de Dios?. Esta actitud orgullosa, toman una posición defensiva frente la salvación, separándose del pecado y pecadores. Se ven a si mismos como un baluarte en contra de los otros. Jesús, por otro lado, toma la ofensiva, estrechando la mano hacia pecadores para redimirles y traerles al rebaño.
LUCAS 18:13. DIOS MIO TEN PIEDAD DE MI QUE SOY PECADOR
“sino que se golpeaba el pecho”. Herir el pecho es un gesto hecho pocas veces por hombres del Medio Oriente y solo lo hace para expresar una angustia extrema.
La oración del publicano es simple y directa. No puede reclamar ninguna virtud, y solo puede esperar la atención de Dios.
“Os digo que éste descendió á su casa justificado antes que el otro”. Jesús no nos dice que el publicano ofrece devolver dinero mal logrado, como hará Zaqueo. No dice que el publicano cambiará su forma de ser y que se hará respetable. El publicano no tiene ningún logro personal con el que negociar con Dios, y no pretende jugar el juego de logro personal. Su primera virtud es la humildad y arrepentimiento, que le permite pedir merced. Sin embargo, Dios atiende su humildad y su corazón, por lo tanto, desciende a su casa justificado. El arrepentimiento de corazón empuja al cambio de vida.
• La Parábola del Fariseo y el Publicano nos recuerda que nuestra salvación depende de reconocernos errantes y no mejores que los otros. Ninguno de nosotros tiene razón al despreciar al prójimo. Todos nos acercamos al trono de la gracia con manos vacías.
EL CONTEXTO
Jesús comienza a mostrar a los discípulos la vida del reino con la historia de la bendición de los niños, repite la lección de humildad de la Parábola del Fariseo y el Publicano. Ambas enfatizan la gran reversa de la que Jesús cuestiona sobre el statu-quo religioso (hay que tener en cuenta que los niños eras los últimos en nivel de importancia en la sociedad. Asi que, si una casa se incendiaba y dentro se encontraba un sacerdote y un niño, debían rescatar primero al sacerdote, pues era mas importante socialmente). Cuando los discípulos intentan prevenir que los niños se acerquen a Jesús, él no solo exige ver a los niños, sino que también declara, “cualquiera que no recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en él.”
En la segunda historia – El príncipe rico (18:18-30) – Jesús le pide al príncipe que entregue todos sus bienes (fuente de su poder, prestigio, y orgullo) a los pobres. Se debe desprender de su ego para seguir a Jesús. No es cantar en el coro de la misa lo que te hace humilde, son tus acciones con los demás.
LUCAS 18:9. A ALGUNOS QUE SE TENIAN POR JUSTOS Y DESPRECIABAN A LOS DEMAS LES DIJO ESTA PARABOLA:
Lucas menciona a los fariseos en particular, pero habla a toda las personas que se cree justa menospreciando a los demás. Sería una lástima si concluyéramos esta parábola, agradeciéndole a Dios que no somos como el fariseo, caeríamos en el mismo hecho del fariseo.
“Dos hombres subieron al templo á orar”. Jerusalén está construida en una montaña, y el templo está en un punto alto de la ciudad, asi que literalmente suben a orar. Las horas tradicionales para la oración pública son las 9:00 de la mañana y las 3:00 de la tarde (Hechos 2:15; 3:1), pero una persona puede orar en privado a cualquier hora del día.
• Podemos pensar que esta es una alabanza pública. Jesús concluye que el publicano “descendió á su casa justificado” expiado. Por la profundidad de su oración, el publicano conoce su pecado, el fariseo solo ve sus actos ritualistas.
“El Fariseo, en pie, oraba consigo de esta manera”. Su propósito al ponerse en pie, solo puede ser, llamar la atención por su estatus superior, se centra en si mismo y agradece a Dios por ser “mejor”. “Dios, te doy gracias, que no soy como los otros hombres. El fariseo se equivoca cuando piensa mal de otros mientras reza a Dios. Utiliza la primera persona cuatro veces en rápida sucesión – “doy…, soy…, ayuno…, doy…” e intenta que los demás lo oigan.
“Ayuno dos veces á la semana, doy diezmos de todo lo que poseo”. El fariseo claramente excede los requisitos del Tora: A los judíos se les requiere ayunar solo en el Día de la Expiación, pero este fariseo ayuna dos veces a la semana. Se les requiere diezmar solo lo que producen sus campos, pero este fariseo diezma hasta la cosecha de su huerta de hierbas.
La oración del fariseo no incluye suplicas de Perdón. Tiene todo lo que necesita. Es mejor que los demás, a quienes caracteriza como ladrones, injustos, adúlteros, y publícanos. ¿Qué más puede pedir de Dios?. Esta actitud orgullosa, toman una posición defensiva frente la salvación, separándose del pecado y pecadores. Se ven a si mismos como un baluarte en contra de los otros. Jesús, por otro lado, toma la ofensiva, estrechando la mano hacia pecadores para redimirles y traerles al rebaño.
LUCAS 18:13. DIOS MIO TEN PIEDAD DE MI QUE SOY PECADOR
“sino que se golpeaba el pecho”. Herir el pecho es un gesto hecho pocas veces por hombres del Medio Oriente y solo lo hace para expresar una angustia extrema.
La oración del publicano es simple y directa. No puede reclamar ninguna virtud, y solo puede esperar la atención de Dios.
“Os digo que éste descendió á su casa justificado antes que el otro”. Jesús no nos dice que el publicano ofrece devolver dinero mal logrado, como hará Zaqueo. No dice que el publicano cambiará su forma de ser y que se hará respetable. El publicano no tiene ningún logro personal con el que negociar con Dios, y no pretende jugar el juego de logro personal. Su primera virtud es la humildad y arrepentimiento, que le permite pedir merced. Sin embargo, Dios atiende su humildad y su corazón, por lo tanto, desciende a su casa justificado. El arrepentimiento de corazón empuja al cambio de vida.
• La Parábola del Fariseo y el Publicano nos recuerda que nuestra salvación depende de reconocernos errantes y no mejores que los otros. Ninguno de nosotros tiene razón al despreciar al prójimo. Todos nos acercamos al trono de la gracia con manos vacías.
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