Hechos 3, 1-10
La escena ocurre en la rutinaria vida de Pedro y Juan como buenos practicantes judíos que son. Ellos iban diariamente a ese lugar a esa hora a alabar a Dios. Esto ocurre en la cotidianidad. Ellos aun no habían entrado al Templo, y el encuentro entre ellos y el destinatario del milagro, sucedió a las afueras del lugar de culto.
La parábola se sirve de este hecho, para dejar claro cómo se debe actuar antes de entrar al templo.
Los discípulos convivieron con Jesús, comieron con él; sin embargo tuvo que ocurrir el milagro de Pentecostés (Pentecostés es una festividad de carácter religioso que se celebra cincuenta días después de la Pascua) para que, recién ahí, puedan ver lo importante, lo que antecede a la celebración de la fe. Primero es mirar al hermano, después ingresar al templo a adorar a Dios.
Para los judíos, el Pentecostés supone la celebración de la entrega de la Ley a Moisés en el monte Sinaí, cincuenta días después del éxodo. Para los cristianos, es la conmemoración del descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles de Jesucristo.
Este imposibilitado, es además un marginado social, un excluido de la salvación. Desde su infancia pidiendo limosna a las afueras del Templo, que vivirá y morirá sin esperanza, porque la esperanza para Israel, estaba adentro de aquel lugar al que él no podía ingresar por su condición. Los judíos asociaban la enfermedad de nacimiento como una maldición de Dios, por un pecado heredado o propio; imaginas como puede ser la vida de este hombre que había vivido siempre así, donde no le era permitido entrar al lugar donde Dios actuaba salvíficamente.
Si el autor nos ha dicho que a este hombre lo ponían todos los días a la entrada del templo a pedir limosna, y sabemos que era normal que Pedro y Juan asistieran a esa hora a participar de la oración, ¿Cómo no lo vieron antes?. El problema es que los discípulos aun no habían tenido la experiencia de comprender a Jesús, fue ahí donde confirmaron su Fe, sólo cuando conocieron a Jesús pudieron ver al hermano, recién ahí pudieron comprender que es más importante detenerse frente a las personas necesitadas y FIJAR EN ELLOS LA MIRADA, que cumplir con rituales y celebraciones religiosas.
Hechos 3, 2-5
“Había un hombre, cojo de nacimiento."
Primero encontramos un claro contraste entre él lisiado y la puerta que se llamaba "la hermosa". Este hombre había nacido cojo, él estaba allí para pedir limosna; así se ganaba la vida.
El versículo 3 dice: "Éste, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el Templo, les rogaba que le dieran limosna."
Esto nos muestra que aun, hasta el día de Pentecostés, Pedro y Juan subían al templo para orar, eran Judíos practicantes, pero el problema no es su práctica religiosa, su problema era que no podían ver al hermano. Ellos continuaban asistiendo al templo para orar, y el lisiado estaba siempre ahí mendigando. Sin embargo nadie lo miro, pues Pedro y Juan también entraba a diario al Templo. Tuvo que llegar el Espíritu Santo sobre ellos para que estos recién pudieran ver.
"Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. Entonces él los miró atento, esperando recibir de ellos algo."
"Pero Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy"
Cuando estos dos hombres le dedicaron su atención fue maravillosa sus palabras “lo que tengo, te lo doy”, el mendigo los miró. Y si, le dieron “Atención”…algo que día a día no le daban, no era ni plata ni oro, era atención.
Esto ocurre fuera del Templo, no ocurre en el lugar de purificación, el encuentro ocurre afuera.
Hechos 3, 8
“De un salto se puso en pie y comenzó a caminar. Luego entró con ellos en el templo con sus propios pies, saltando y alabando a Dios.”
El milagro de Dios, la atención al prójimo ocurre afuera. Dios se manifiesta en el prójimo, en el día a día, luego podemos adorar a Dios. Cuando el hermano que esta alado “Camina”.
La iglesia no puede decir, "no tengo plata ni oro". Desafortunadamente hoy, lo que tampoco puede decir es, "levántate y anda".
El cojo de nacimiento
La escena ocurre en la rutinaria vida de Pedro y Juan como buenos practicantes judíos que son. Ellos iban diariamente a ese lugar a esa hora a alabar a Dios. Esto ocurre en la cotidianidad. Ellos aun no habían entrado al Templo, y el encuentro entre ellos y el destinatario del milagro, sucedió a las afueras del lugar de culto.
La parábola se sirve de este hecho, para dejar claro cómo se debe actuar antes de entrar al templo.
Los discípulos convivieron con Jesús, comieron con él; sin embargo tuvo que ocurrir el milagro de Pentecostés (Pentecostés es una festividad de carácter religioso que se celebra cincuenta días después de la Pascua) para que, recién ahí, puedan ver lo importante, lo que antecede a la celebración de la fe. Primero es mirar al hermano, después ingresar al templo a adorar a Dios.
Para los judíos, el Pentecostés supone la celebración de la entrega de la Ley a Moisés en el monte Sinaí, cincuenta días después del éxodo. Para los cristianos, es la conmemoración del descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles de Jesucristo.
Este imposibilitado, es además un marginado social, un excluido de la salvación. Desde su infancia pidiendo limosna a las afueras del Templo, que vivirá y morirá sin esperanza, porque la esperanza para Israel, estaba adentro de aquel lugar al que él no podía ingresar por su condición. Los judíos asociaban la enfermedad de nacimiento como una maldición de Dios, por un pecado heredado o propio; imaginas como puede ser la vida de este hombre que había vivido siempre así, donde no le era permitido entrar al lugar donde Dios actuaba salvíficamente.
Si el autor nos ha dicho que a este hombre lo ponían todos los días a la entrada del templo a pedir limosna, y sabemos que era normal que Pedro y Juan asistieran a esa hora a participar de la oración, ¿Cómo no lo vieron antes?. El problema es que los discípulos aun no habían tenido la experiencia de comprender a Jesús, fue ahí donde confirmaron su Fe, sólo cuando conocieron a Jesús pudieron ver al hermano, recién ahí pudieron comprender que es más importante detenerse frente a las personas necesitadas y FIJAR EN ELLOS LA MIRADA, que cumplir con rituales y celebraciones religiosas.
Hechos 3, 2-5
“Había un hombre, cojo de nacimiento."
Primero encontramos un claro contraste entre él lisiado y la puerta que se llamaba "la hermosa". Este hombre había nacido cojo, él estaba allí para pedir limosna; así se ganaba la vida.
El versículo 3 dice: "Éste, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el Templo, les rogaba que le dieran limosna."
Esto nos muestra que aun, hasta el día de Pentecostés, Pedro y Juan subían al templo para orar, eran Judíos practicantes, pero el problema no es su práctica religiosa, su problema era que no podían ver al hermano. Ellos continuaban asistiendo al templo para orar, y el lisiado estaba siempre ahí mendigando. Sin embargo nadie lo miro, pues Pedro y Juan también entraba a diario al Templo. Tuvo que llegar el Espíritu Santo sobre ellos para que estos recién pudieran ver.
"Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. Entonces él los miró atento, esperando recibir de ellos algo."
"Pero Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy"
Cuando estos dos hombres le dedicaron su atención fue maravillosa sus palabras “lo que tengo, te lo doy”, el mendigo los miró. Y si, le dieron “Atención”…algo que día a día no le daban, no era ni plata ni oro, era atención.
Esto ocurre fuera del Templo, no ocurre en el lugar de purificación, el encuentro ocurre afuera.
Hechos 3, 8
“De un salto se puso en pie y comenzó a caminar. Luego entró con ellos en el templo con sus propios pies, saltando y alabando a Dios.”
El milagro de Dios, la atención al prójimo ocurre afuera. Dios se manifiesta en el prójimo, en el día a día, luego podemos adorar a Dios. Cuando el hermano que esta alado “Camina”.
La iglesia no puede decir, "no tengo plata ni oro". Desafortunadamente hoy, lo que tampoco puede decir es, "levántate y anda".
COMO SABE
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