Pastito y Agua para
los Camellos
Mi Papa tenía una pequeña
posada para viajeros ocasionales, en un pequeño pueblo llamado Belén era una
población pequeña, constituida por un puñado de casas salpicadas en la ladera
de una colina, unos ocho kilómetros al sur de Jerusalén.
Recuerdo un día, que llovía
copiosamente, ya todos estábamos acostados cuando el golpe desesperado en la
puerta de entrada, alguien comenzó a golpear desesperadamente, nos alarmo; mi
Padre: con gritos de –Quien anda ahí, que necesita?– le respondieron – Somos
peregrino, mi nombre es José, y junto a mi esposa que dará a luz en cualquier
momento, necesitamos una habitación.
Mi Padre presurosamente abrió
la puerta y le explica que no tenia habitaciones disponible, pero, si no les
disgustaba, en el establo de los animales se podían acomodar al reparo de la
lluvia y podían estar contenidos con el calor de los animalitos.
Esa misma noche nació el niño,
trajo a su familia no solo la bendición de haber llegado como regalo de Dios,
sino también llegaron unas personas en su búsqueda. Trajeron consigo tres
regalos, se decía por ahí que eran tres Reyes, pero nadie dijo que tenían
Reinado ni que eran tres, solo dijeron que eran Magos (μάγος), decir Magos en
aquella época, es como decir Astrologos. Esos simpáticos personajes de los que
hablan los vecinos, después lo relata únicamente un tal Mateo, en su evangelio.
Me consta algunas aclaraciones
de lo que dijo Mateo, pues yo los pude ver apenas, espiando por la ventana
cuando partian, no logre ver con claridad si eran tres o mas, tampoco dijeron a
nadie sus nombres: “En primer lugar, nunca confirmaron que fueran tres los
magos, sí se decía que fueron tres los dones: oro, incienso y mirra. Lo que dicen
los que vieron a los visitantes es que no eran de Israel, por sus vestimentas, aparentaban
venían de Oriente, es decir del mundo pagano”.
Con el tiempo dijeron que se llamaban como -Melchor, Gaspar y Baltazar- ni
siquiera Mateo escribió eso. Tampoco estoy seguro que Baltazar fuera negro, era
oscuro y apenas pude verlos, lo que si puede distinguir es que todos eran distintos,
como que eran de distintas razas.
Al tiempo los empece a dibujar
y a ponerles nombres: a uno lo llame Gaspar el Asiático (de Oriente Medio); al
otro Melchor, el Europeo y a Baltasar, lo dibuje como el Africano.
Lo fantástico fueron los regalos, yo miraba los regalos y al niño, no sabia
cual me entretenía mas. Vi el oro, que estaba relacionado con la realeza. El
incienso, con la divinidad y la mirra, con la humanidad. La mirra se empleaba
para elaborar perfumes y ungüentos para los reyes.
Pese a las imprecisiones en
los cuetos de los vecinos, yo mantengo la ilusión de esperar a aquellos Reyes y
vuelvo a poner el 5 de Enero por la noche el pastitos y agua para los camellos…por
ahí pasan por mi casa…
(Mateo 2, 1-12, Biblia de
Jerusalén)
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